RUBEN CARRERA, EL CAÑADENSE QUE SE LE ANIMÓ A FANGIO...































Hoy rescatamos en el baúl de los recuerdos una historia poca conocida para muchas generaciones de cañadenses. Todos sabemos que Juan Manuel Fangio es una de las leyendas del automovilismo mundial con cinco campeonatos del mundo obtenidos en la década del cincuenta, recién superada con Michael Schumacher en el año 2003 cuando obtuvo el sexto de siete títulos mundiales en la Fórmula 1. Pero muy pocos sabemos que en Cañada de Gómez, vive un hombre que en 1955 se animó a correr el Gran Premio de Buenos Aires, donde intervinieron corredores y coches de Fórmula 1 Mundiales y de Mecánica Nacional, y en ese autódromo tradicional de Argentina un auto fabricado por Juan Besso Pianetto y conducido por Rubén Carrera estuvo presente dejando bien en alto a Cañada de Gómez.


Rubén Carrera nació en nuestra ciudad el 24 de agosto de 1931, aunque como era tradición y costumbre en aquellos tiempos, su padre Juan lo anotó el 14 de septiembre. Su padre, un español que llegó a nuestras tierras como muchos otros a ganarse una vida más digna que la que ofrecía el viejo mundo, se casó con Virginia Seghetti y juntos tuvieron la recordada Granja Carrera, que se encontraba por calle Ocampo al 900, enfrente de nuestro palacio municipal. Fue alumno de la Escuela San Martín, pero seguramente sus mejores recuerdos están en esos amplios patios que desembocaban en el callejón Ballesteros, donde el olor a tierra mojada predominaba en el ambiente de una Cañada que todavía no conocía el asfalto. Y en esas tantas corridas y travesuras de jóvenes que ocurrían en ese callejón Ballesteros, Rubén entabló amistad con Juan Carlos Besso Pianetto comenzando así una etapa que lo llevaría a ser protagonista en los primeros años de dos generaciones vinculada al automovilismo nacional como fueron Juan Carlos y su hijo el popularmente conocido Colorado.

De esa amistad entre Rubén y Juan Carlos, éste último decidió que Carrera fuera el primer piloto en probar sus autos. «Fui su primer piloto, debuté en Las Rosas en 1951 pero se nos rompió el motor, ahí lo llamamos a Pian que era amigo de Pianetto, nos ayudó a repararlo y fue quién me llevó a la Asociación Argentina de Corredores donde me hice la revisación médica. Cuando dejé de correr me reemplazó Carlos Loeffel, un piloto de General Roca que tenía mucho futuro, el mismo que perdió su pierna en Río Cuarto en 1961, me acuerdo que le digo Ojo que este frena poco... Y Loeffel sonriendo me dijo, No importa yo sólo acelero!!!». Sobre Pianetto, Rubén tiene los mejores recuerdos «era una persona muy buena, muy recta y muy inteligente. Fuimos muy amigos en nuestra juventud. Comencé a cortar fierros en su tallercito, me acuerdo que tenía un torno chiquito e íbamos a ver todas las carreras que se corrían cerca de Cañada. Era muy loco todo, íbamos en un Ford T sin luces, sin paragolpes, sólo el motor y las cuatro ruedas, nos escapábamos del Oreja de Ñoqui, un inspector que andaba en una Norton y no te perdonaba una. Y un buen día me dijo, voy a hacer un auto de carrera, y así empezamos, él escuchaba mucho los consejos de Pian, sobretodo en el tema de la construcción del cigüeñal, pero en ese taller se fabricó integro un auto de carrera, hasta el volante se hizo». En aquellos años, Cañada de Gómez tenía un autódromo ubicado en la parte trasera del entonces cementerio –hoy gran parte del mismo está dentro del camposanto-, y en ese lugar una vez Pablo Birger tuvo un fuerte accidente al salirle una rueda.


Ahora vayamos al 30 de junio de 1955, que es el día en que Carrera y Fangio compitieron entre muchos otros. Ese día se disputó en el circuito número 4, del entonces Autódromo 17 de octubre,  el Gran Premio de Buenos Aires, bajo el reglamento de Formula Libre y que los equipos aprovecharon para testear sus nuevos desarrollos antes de la temporada europea. Como variante, esta prueba se corría en dos etapas de 30 vueltas, considerando la clasificación final por la suma de tiempos de ambos parciales. En ella participarían prácticamente los mismos chasis y pilotos que en la carrera de formula uno corrida quince días antes, a excepción del equipo Lancia que ya había retornado a Italia excusando falta de motores de mayor potencia.[1]



«Me acuerdo que Pianetto me llama y me dice, te animas a correrla, y si, le respondí, pero va a ser la última. Yo estaba bien en el trabajo (NdR: ya estaba trabajando en Cerraduras Mario, de Ricardo Romegialli, donde lo hizo durante cuatro décadas), y no querían que siga arriesgando mi vida en las carreras y ya era el capataz de la fábrica. Llegamos al autódromo y nos tocó tener nuestro lugar en el medio de los boxes de dos mounstros, hacia la derecha estaba la Mercedes Benz con Fangio, Stirling Moss, Karl Kling y Hermann. Del otro lado estaba Maseratti con Jean Behra,  Carlos Menditeguy y Sergio Mantovani. El circuito que teníamos de prueba era el perimetral, hacia fuera. En uno de los días de prueba alcancé a un coche rojo, pero a los dos segundos desaparecía del mapa, era Farina con la Ferrari, eran inalcanzables. El día sábado tuvimos las pruebas de clasificación, llovía torrencialmente, Carlos Lovazzano se encargó de ir a buscar a alguien que me dibuje las cubiertas y así salimos. No nos fue muy mal, logramos quedar en la séptima fila de largada, teniendo en cuenta que muchos autos abandonaron, de los 32 la mayoría eran de Fórmula 1 Mecánica Nacional y nosotros éramos un puñado pequeño de Fuerza Limitada.»

Sobre el coche que fabricó Juan Carlos Besso Pianetto, y que fuera del agrado de muchos corredores entre ellos el inglés Stirling Moss, quién fuera cuatro veces subcampeón del mundo de Fórmula 1 entre 1955 y 1958. La revista Coche a la vista!!!, publicada en mayo de 1955 habla de ese auto fabricado en Ciudad Evita, provincia de Santa Fe, en un informe titulado El Ford T-V.A.T. de Juan C. Besso Pianetto, donde describe que

«Entre las máquinas que se presentaron en las Cien Millas corridas recientemente en el Autódromo 17 de Octubre y reservada para la mecánica nacional fuerza libre, apreciamos la presencia de una enteramente nueva en el ambiente. Se trataba del coche de Juan Carlos Besso Pianetto, cuya conducción estuvo confiada en Rubén Carrera, ambos de Ciudad Evita, provincia de Santa Fe (...) Los pistones que utilizan son de fabricación especial, en duraluminio llevando tres aros de compresión y uno ventilado teniendo sus cabezas de forma de semi bombé. Las bielas que los mueven corresponden a motor de aviación Lycoming accionándolas un árbol de mando nacional realizado en Ciudad Evita mismo, siendo de cromo níquel molibdeno (...) La distribución cuenta con dos ejes de levas de Ford B dispuestos a la cabeza, moviendo a cuatro válvulas por cilindro que llevan doble resorte cada una a la tensión de 70 kg. y siendo ésta de Ford V8 (...) La suspensión delantera está integrada por brazos paralelos, barras de torsión y el complemente de amortiguadores a fricción construidos estos últimos especialmente (...) Los esperanzados hombres de Ciudad Evita, provincia de Santa Fe, que se unieron para llevar a la realidad uno de sus anhelados sueños deportivos al hacer esta máquina que tan promisoriamente se portó en las Cien Millas de Buenos Aires.»[2]

Sus recuerdos con el Quíntuple Campeón del Mundo se acercan a su mente y le parecer verlo, «Fangio entraba todos los días por detrás de boxes con una chica, y un día se acercó a nuestro espacio, nos saludó y nos preguntó si éramos de Cañada. Nos dijo que él le vendía acoplados para Mercedes a La Helvética y que era amigo de don Ricardo. También se acercó al auto y nos dijo que con esa dirección no terminábamos la carrera, porque era muy directa... Cosa, que yo también unos días antes se lo había dicho a Pianetto, pero como después lo dijo Fangio fue palabra santa!» Sobre la competición, don Rubén Carrera nos cuenta que «largamos bien, pero en la primera curva hizo un par de trompos Copello y después me tuve que ir por el pasto y seguí. Todo anduvo bien hasta que faltando poco para terminar la carrera se me despegan los dos amortiguadores delanteros, eran a presión fabricados por Pianetto, entonces el auto empezó a vibrar cuando agarraba el curvón se me levantaban las ruedas, tuve que alivianar la marcha terriblemente, en las rectas alcanzaba los 200 km. Después me terminé quedando sin frenos casi al terminar, llegando al horquilla tuve un par de trompos donde por suerte no se paró el motor ni tampoco me pasó algo. Lo puse en primera hasta llegar a boxes, donde Pianetto me estaba esperando con las herramientas y entre Dovetta, el arenero Díaz, Lovazzano y Pianetto me reparan enseguida los frenos y así volví a la carrera donde terminamos lejos, pero terminamos. Ese día hizo 54 grados de calor en el piso, Fangio siempre dijo que fue una de las carreras donde más sufrió el calor.» Aquella calurosa jornada, los bravos cañadenses se mezclaron con los grandes del mundo, Juan Manuel Fangio, Stirling Moss, José Froilan González, Maurice Trintignant, Karl Kling, Jean Behra, Carlos Menditeguy,  Sergio Mantovani,  Harry Schell, Luigi Musso, Hans Hermann; estaban también Pablo Birger, Alfredo Pian, Roberto Mieres, Jesús Iglesias y Clemar Bucci. Ese 30 de junio de 1955, fue la carrera número 149 de Juan Manuel Fangio y fue la última del joven Rubén Carrera. Uno siguió triunfando en el mundo, en cambio el otro siguió triunfando en su patria chica. El 14 de febrero de 1964 Rubén se casó con Elida Falconi, de ese gran amor, que aún hoy perdura, nacieron Rubén y Omar, y quizás sea esa la gran victoria del protagonista de esta historia, haber llegado a la meta de esa carrera loca que es vivir, habiendo conformado un gran hogar con las risas y el llanto de su esposa, de  sus hijos, de sus nietos y de sus seres queridos.

Y si usted lo ve por la calle, no se sorprenda que ese hombre que hoy camina lento, como perdonando al viento, alguna vez corrió a más 200 km por hora y hasta se animó a correrle a Juan Manuel Fangio.


[2] Coche a la Vista, Año VIII, Mayo de 1955, Nº 94, Buenos Aires.

Comentarios

Gracias por hacernos partícipe de tan hermosa historia.Muchos como yo hemos conocido algo de los fierros, por nuestros vínculos directos, pero esta parte de la historia fierrera de nuestra ciudad es relatada y a la vez imaginada en el tiempo.
Solamente gracias.
Gracias por hacernos partícipe de tan hermosa historia.Muchos como yo hemos conocido algo de los fierros, por nuestros vínculos directos, pero esta parte de la historia fierrera de nuestra ciudad es relatada y a la vez imaginada en el tiempo.
Solamente gracias.