Quiénes fueron los primeros supremos del país


De familias encumbradas, enfrentados a Juan Manuel de Rosas, antes de ser nombrados como jueces del máximo tribunal habían sido gobernadores, diputados y senadores nacionales. Quiénes fueron José Benjamín Gorostiaga, Francisco de las Carreras, Salvador María del Carril, Francisco Delgado y José Barros Pazos.


Hace 150 años, la Suprema Corte de Justicia de la Nación sesionaba por primera vez con cinco hombres. De familias encumbradas, enfrentados al estanciero y gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas, antes de ser nombrados como jueces del máximo tribunal habían sido gobernadores, diputados y senadores nacionales; también fueron jefes de aduanas, delegados constituyentes y jueces de paz. Tres fallecieron en funciones, otros dos optaron por jubilarse. En 1863 el máximo tribunal del país inauguró su actividad en un litigio en el que se discutían cuestiones de propiedad.
Proyectada por los constituyentes de 1853 con la finalidad principal de asegurar la supremacía de la Constitución, la Corte Suprema no se conformó sino hasta 10 años después. El 16 de octubre de 1862, el Congreso de la Nación sancionó la ley 27 que organizó el Poder Judicial y al día siguiente, Bartolomé Mitre a la sazón presidente mandó al Congreso los pliegos de los futuros ministros del supremo tribunal.
A las de Francisco de las Carreras, Salvador María del Carril, Francisco Delgado, José Barros Pazos, se sumaba la candidatura de Valentín Alsina pero este rechazó la propuesta. La renuncia de Alsina motivó que el superior tribunal comenzara a funcionar con cuatro integrantes, situación que se subsanó recién el 10 de junio de 1865 cuando José Benjamín Gorostiaga ocupó la vacante.
El 16 de enero de 1863, Mitre mandó una circular a los gobernadores. “La Corte se dictará muy luego los reglamentos que hayan de regir sus procedimientos”, decía y afirmó que de esa manera y por primera vez en la República quedaron “constituidos en ejercicio los tres altos poderes en que la sociedad moderna ha delegado la soberanía del pueblo”.
Alsina había sido postulado para presidir la Corte, pero tras su negativa el puesto fue ocupado por Francisco de las Carreras. El 15 de enero, cerca de la una de la tarde, de las Carreras apoyó su mano derecha sobre el libro de los Santos Evangelios y juró por Dios y La Patria cumplir sus funciones. Mitre le tomó juramento, acompañado por cinco de sus ministros y el Escribano Mayor de gobierno de la provincia de Buenos Aires se ocupó de registrarlo. Ese mismo día, horas más tarde le tocó el turno a del Carril, Delgado y Barros Pazos.
El pasado año el tataranieto de Francisco de las Carreras ―que porta el mismo nombre que su ancestro― se vio involucrado en un escándalo judicial. Fue convocado ante el Consejo de la Magistratura por un viaje a Miami al que fue invitado (esto es: con los gastos pagos) por el Grupo Clarín mientras estaba en pleno trámite la causa sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la que intervino como camarista del fuero Civil y Comercial.
Sobre el primer hombre que ocupó la presidencia del máximo tribunal, Domingo Faustino Sarmiento dijo: “supo cumplir sus deberes” y cuando despidió sus restos en abril de 1870 sugirió que ese fuera su epitafio. La vida pública de había comenzado después de la caída de Rosas cuando el vencedor de Caseros, Justo José de Urquiza lo nombró fiscal general de estado (cargo del que fue destituido en 1852). De las Carreras falleció en posesión de su cargo en la Corte, el 28 de abril de 1870. Los cuatro ministros restantes acompañaron sus restos “en dos coches enlutados”, se lee en la Acordada publicada tras su deceso.
Desde entonces, los retratos de los integrantes del máximo tribunal fueron requeridos tras su fallecimiento y pasaron a estar en la Sala de Acuerdos, donde se reúne el Alto Tribunal y hoy conforma junto con el Salón de Té, el de los Embajadores y la Sala de Audiencias, el conjunto de dependencias de uso exclusivo de los miembros de la Corte.
El mendocino Francisco Delgado, tras recibirse de abogado en Buenos Aires, volvió a Córdoba donde había cursado sus primeros estudios y contrajo matrimonio “con una distinguida señorita, hija de una de las familias principales” de la capital cordobesa. En esa provincia, fue el primer juez de paz en la parroquia de Concepción y en 1860 fue electo senador nacional. Con esos antecedentes llegó a la Corte en 1863 y ocupó ese puesto hasta su último día de vida.
El tercero cuyo cese en la Corte vino de la mano de la muerte fue José Barros Pozo. Exiliado, primero en Montevideo y luego en Chile, tras la derrota de Rosas en 1852 regresó al país e integró el tribunal que lo condenó a la pena de muerte, a la restitución de lo robado y la indemnización de los daños y perjuicios. Poco antes de fallecer, el 23 de noviembre de 1977 a sus compañeros de magistratura les dijo: “Solo me faltan tres semanas para cumplir 70 años y empieza a asaltarme el deseo invencible del reposo” y así lo consignaron en los homenajes que hicieron en su nombre. Antes de llegar a la Corte había sido diputado nacional.
En cambio Salvador María del Carril se alejó de la Corte en 1877 para jubilarse. Pero al igual que sus pares, antes de ser ministro del máximo tribunal había ocupado cargos ejecutivos y fue gobernador de San Juan, su provincia natal. Su padre Pedro Vázquez del Carril fue uno de los últimos alcaldes de 1° voto del Cabildo colonial. Administrador de la aduana en San Juan, hijo de una familia distinguida durante la época colonial, como gobernador encomendó el primer censo agrícola en la provincia y se encargó de redactar la que se conoce como Carta de Mayo y fue una de las primeras constituciones provinciales en el país.  
El último hombre en integrar esa Corte fue José Benjamín Gorostiaga. Convocado para el cargo en 1865, se desempeñó en esa primera magistratura hasta 1868 cuando dejó supuesto para ser ministro de hacienda, durante la presidencia de Sarmiento. Luego volvió como presidente de la Corte, cargo que ocupó durante 10 años hasta 1887. En 1853 participo como constituyente. Y con Salvador María del Carril fue ministro plenipotenciario especial para concluir los tratados de libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay con Francia, Inglaterra y EEUU. En 1883, mientras aún presidia el máximo tribunal se postuló y fue elegido senador nacional, pero renunció a la banca. En 1886, un año antes de dejar definitivamente la máxima magistratura y la vida pública, se postuló como candidato a presidente en oposición a Juárez Celman y a Rocha, pero renunció.
Fuente: Milva Benítez, www.injojusnoticias.gov.ar, 16 de noviembre de 2013

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